Desde el pasado 24 de julio del año en curso, dio inicio la Caravana de Migrantes “paso a paso hacia la paz”, misma que recorre dos rutas alternas las cuales se consideran altamente peligrosas para el flujo migratorio de personas de todas las edades y sexos provenientes de Centroamérica, principalmente.
Esta acción, que ha sido ampliamente difundida en los distintos medios de información en distintos países de la región, tiene su origen en los secuestros y masacres contra migrantes en territorio mexicano, en su paso hacia los Estados Unidos; acto sin duda repudiado por el grueso de la población trabajadora que al igual que nuestros hermanos y hermanas de otros países de América Latina, se ven obligados a abandonar sus familias y lugares de origen para ganarse la vida con su fuerza de trabajo en las entrañas mismas del imperialismo yanqui.
De esta manera, la caravana que arribó hace unos días al Istmo de Tehuantepec, a la casa albergue Hermanos en el Camino, que encabeza el padre Solalinde, contó con la presencia de poco más de 150 personas, todas ellas familiares y amigos de los más de 800 desaparecidos en territorio nacional, en manos de la delincuencia organizada y de grupos policiacos y militares que operan a manga ancha en la violación de los derechos humanos en todo el país, luego de que México se convirtió en teatro de operaciones de la “guerra contra el narco” que desató Felipe Calderón y que también lleva ya más de 40mil mexicanos asesinados desde el inicio de esta absurda maniobra política para contener la protesta social y reprimir al pueblo organizado que lucha por sus legitimas demandas.
Si bien, la caravana “paso a paso hacia la paz” ha contado con el respaldo mediático en los distintos medios de información masiva, desde una perspectiva “humanitaria” en términos utilitarios para el régimen capitalista, dando voz incluso a las protestas del padre Solalinde y su desconfianza hacia la política migratoria y de seguridad del espurio Felipe Calderón, la caravana no ha encontrado el eco suficiente entre los sectores oprimidos y explotados de México, no por falta de sensibilidad y solidaridad de clase, puesto que en los lugares de tránsito migratorio, como el Istmo de Tehuantepec, los pueblos se muestran solidarios con el recorrido rutinario de nuestros hermanos y hermanas migrantes, sino fundamentalmente por la falta de un movimiento amplio y clasista que ponga el acento en la base que da origen a este movimiento y que es compartido por la clase obrera y los pueblos de México, es decir: la caravana tiene su origen en la explotación y opresión capitalistas que padecemos millones de proletarios, campesinos pobres y el pueblo en general en los países de la región, misma que nos obliga a emigrar a otros países en busca de “una vida mejor”.
Es evidente que ha faltado el involucramiento militante y honesto de organizaciones sindicales y sociales de los trabajadores de la ciudad y el campo en nuestro país, puesto que también nosotros nos vemos forzados a la migración hacia los Estados Unidos y en nuestro trayecto también somos víctimas de la agresión de grupos delincuenciales, policiacos y militares en el territorio nacional y por supuesto, en los E.U. donde cada vez más, se muestran signos de una política de rechazo brutal y fascista hacia el flujo migratorio que genera necesariamente la dependencia económica de América Latina hacia el imperialismo yanqui.
De esta manera, el tránsito migratorio y los movimientos en defensa de sus derechos humanos, como lo es esta nueva caravana, deben contar con el más amplio respaldo del pueblo trabajador, ya no solamente en sentido humanitario, por más honesto que este pudiera ser, sino fundamentalmente en un sentido organizativo, político y militante, entendido como un movimiento de clase e internacionalista, recordando que si bien nuestros orígenes culturales y territoriales pueden ser distintos, nuestras condiciones de vida y trabajo son idénticos en cualquier país de América Latina y el resto del mundo donde exista el modo de producción capitalista y la dictadura de la burguesía en contra de los trabajadores. Es decir, mientras vivamos explotados y oprimidos en una sociedad y un país capitalista: los pobres no tendremos patria.
Nuestro Frente Popular Revolucionario y el Partido Comunista de México (marxista-leninista) saludamos con solidaridad de clase e internacionalista esta heroica lucha del proletariado y los pueblos de Centroamérica que se organizan dentro y fuera de sus fronteras para exigir respeto a su paso por los distintos países de la región y su destino final, como parte de la lucha por la defensa de los derechos humanos, la cual está íntimamente vinculada a la lucha por la transformación revolucionaria de la sociedad y la construcción de un mundo nuevo, una patria nueva y una tierra justa: el socialismo.
Como organizaciones, seguimos planteando la necesidad de impulsar un amplio movimiento de la clase obrera y los pueblos a nivel nacional e internacional que nos permita construir el Frente Único de Todo el Pueblo, para enfrentar de manera organizada los embates del capitalismo-imperialismo y alcanzar la emancipación social del proletariado y la emancipación nacional de los pueblos; es decir: luchar por la construcción del socialismo en aquel país donde existan las condiciones necesarias para ello sin renunciar a la necesidad de construir la sociedad socialista a nivel mundial, desechando las falsas esperanzas en el “cambio pacífico o la recapacitación de la burguesía y sus instituciones”, pues está demostrado que ellos no cederán voluntariamente ni un solo centímetro en la dominación que ejercen contra los trabajadores y los pueblos.
¡Adelante con la caravana paso a paso por la paz!
¡Adelante con la labor de los centros de defensa de los migrantes!
¡A construir el Frente Único nacional e internacional del proletariado y los pueblos contra el capital!
¡Que los trabajadores gobiernen la patria!
¡Que los trabajadores gobiernen el mundo!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Comité Regional Istmo
Frente Popular Revolucionario
Partido Comunista de México (marxista-leninista)
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