Contrario a los pronósticos desarrollistas de Felipe Calderón y el secretario de Hacienda y Crédito Público, la crisis económica por la que atraviesa nuestro país no solamente no va de salida como afirman, sino que se profundiza cada vez más. Lo anterior resulta evidente ante la pérdida sistemática (y también sistémica) del empleo, el recorte al gasto público en materia educativa y de salud, la supeditación desvergonzada de la económica nacional hacia el imperialismo-principalmente el yanqui-, los fracasos de la mal llamada “guerra contra el narcotráfico” (cortina de humo para ajustarle las cuentas a los carteles rivales de aquellos que financian al actual gobierno federal y fundamentalmente, pretexto ideal para combatir la movilización popular) y, como ya todos lo hemos podido resentir, el aumento de precios en los productos de primera necesidad.
Esta situación, que sin duda afecta a las masas populares de la ciudad y el campo, encuentra una dimensión aún más catastrófica en el medio rural; en donde los trabajadores y sus familias ven reducir su nivel de vida a la miseria absoluta mientras que la burguesía y el fascismo continúan aumentando sus ganancias.
A este respecto resultan alarmantes los datos sobre la economía de las familias rurales quienes en los últimos tres años han resentido un aumento brutal en los precios de la canasta básica dejando a 28 millones, 280 mil personas en la miseria total, sin poder adquirir estos productos, situación que el estado tiende a minimizar etiquetándolo como “pobreza alimentaria”.
El desmantelamiento y supeditación de la producción agropecuaria nacional es tal, que más del 82% de estos productos provienen de las importaciones de Estados Unidos, nuestro “socio comercial”, quién bajo el esquema de la división internacional del trabajo imperialista, ha resuelto disminuir la producción rural de nuestro país, estrangulando por entero al campo mexicano valiéndose de la complicidad de la burguesía criolla, sus partidos electoreros, leyes secundarias y tratados comerciales que atentan contra la soberanía nacional (PROCEDE, TLCAN, Proyecto Mesoamérica, etc.) y el despojo de tierras.
Esta situación se recrudece aún más con la política económica del fascismo, impulsada por FECAL y secundada por los distintos partidos burgueses, con el aumento generalizado de precios y la disminución del ingreso familiar. En el campo mexicano solo 3 millones 954 mil familias tienen la posibilidad de adquirir regularmente los productos de la canasta básica, considerando que en el 2009 se perdieron 500 mil empleos en dicho sector.
Tanto el campesinado pobre como los pequeños productores ganaderos y pesqueros de nuestro país, son objeto de la explotación constante de los coyotes, que compran a muy bajo precio sus productos para revenderlos a los grandes consorcios comerciales e incluso, agroindustriales quienes los revenden como productos certificados al gobierno federal y sus “socios” (entiéndase amos). El circulo vicioso de la explotación en el medio rural no estaría completa sin agregar el hecho de que los insumos productivos cada año van a la alza, haciendo casi imposible continuar trabajando la tierra, el ganado o el mar, obligando a los verdaderos y empobrecidos productores a vender sus tierras y ganado o ceder su espacio de trabajo en los litorales a precios verdaderamente humillantes, en el mejor de los casos.
La maquinaria agrícola y también las pequeñas embarcaciones de motor requeridas en las labores rurales, requiere por supuesto del uso de combustibles y este nuevo año el aumento de precios en la materia (Diesel: de $8.13 a %8.16 litro, Magna: de $7.72 a $7.77 litro, aunque la Premium se mantiene a $9.57litro) significa un duro golpe a los trabajadores rurales. En la producción agrícola habrá que decidir entre la adquisición de fertilizantes o la compra de gasolina y diesel para poder trabajar la tierra, puesto que los insumos productivos para el campo aumentaron de precio en un 40% durante el 2009 y este año se espera que el impacto rebase la cifra.
La crisis del medio rural en México es devastadora, constituyendo (¡eso sí!) una gran agencia de Estado para la creación de fuerza de trabajo migrante hacia los Estado Unidos, siendo esta la verdadera política del empleo del gobierno federal.
De los 33.185 millones de personas que habitan en el medio rural en nuestro país, hasta el 2009, solo 8.5 millones de estas estaban ocupadas (es decir: con empleo) en actividades agrícolas y pecuarias. El 35% de la población rural no recibe ningún salario (11 millones 615 mil personas), 24% gana un salario mínimo (7 millones 964 mil 400 personas), 27.9% de uno a dos salarios mínimos (8 millones 421 mil 615 personas), 7% de dos a cinco salarios mínimos (2 millones 112 mil 950 personas) y solo 6.1% recibe ingresos superiores a cinco salarios mínimos (1 millón 841 mil 285 personas) según datos de la UNAM.
Si a esta situación agregamos el hecho de que la migración ha dejado comunidades e incluso territorios enteros desprovistos de la figura del hombre y que la mujer en el medio rural constituye el 23.1% de la jefatura de hogares (5.7 millones de ellas) según el Censo de Población y vivienda del INEGI del 2005 (tomemos en cuenta que ya han pasado 5 años y que esta cifra va en aumento) entenderemos entonces que las mujeres del medio rural son las más afectadas tanto por la carestía de la vida como por el desempleo.
Los indicadores del gobierno federal respecto a la generación de empleos y la recuperación económica en el campo, como en la ciudad, son una mentira a todas luces. Por esta situación, cerca de 7 mil mujeres rurales procedentes del sureste mexicano emigran año con año hacia las plantaciones agroindustriales del norte del país como obreras agrícolas, recibiendo un sueldo inferior al del hombre. El propio Banco Mundial (maquillando las cifras por supuesto) se ha visto obligado a reconocer que en los últimos seis años más de 2.6 millones de campesinas y campesinos mexicanos han emigrado hacia los Estados Unidos, aunque la crisis general del capitalismo a nivel mundial ha reducido también las remesas que año con año envían los trabajadores mexicanos a nuestro país y sus familias.
La alternativa.
Ante estas situación los trabajadores del medio rural han vendió desarrollando una lucha constante contra las políticas anti populares y pro imperialistas del Estado, concretamente exigiendo la cancelación del TLCAN y en lo particular de su capítulo 8, así como en la defensa de la tierra y el territorio contra el Proyecto Mesoamérica, que en varias regiones de la geografía nacional ha derivado en enfrentamientos contra el despojo de tierras y desplazamiento de pueblos enteros bajo el amparo del gobierno federal y sus aparatos represivos legales e ilegales. La lucha del campesinado pobre, de los pescadores y ganaderos arruinados, así como de los pueblos y naciones originarias ha significado una reserva fundamental en la lucha de clases del proletariado, incluso cuando esta lucha se ha limitado en cuestiones reivindicativas, ya sea temáticas, territoriales, étnicas o económicas.
Este movimiento que continúa despuntando, tal como lo han mostrado las últimas jornadas de lucha convocadas a partir de la Asamblea Nacional de la Resistencia Popular, el Diálogo Nacional, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, el Pacto, etc. viene abriendo brecha para el reencuentro de este poderoso contingente popular con esfuerzos como el MOVIMIENTO RURAL ANTINEOLIBERAL Y ANTICAPITALISTA, en el cual nuestro Partido y nuestro FPR participamos de manera activa y destacada. Esta labor se viene fortaleciendo a partir de la formación de nuevos pactos, coordinadoras, referentes y uniones locales, regionales y estatales que sin participar directamente de este proceso, vienen madurando la esencia del mismo en medio de la táctica de lucha actual de la clase obrera, a saber: el frente único y la huelga política general.
El Partido Comunista de México (marxista-leninista) y el Frente Popular Revolucionario venimos insistiendo dentro de cada uno de estos procesos locales y sectoriales, la necesidad de madurar la discusión respecto a un programa de lucha que en lo concreto, nos permita enfrentar al fascismo en la ruta de la lucha de clases hacia el 2012 como etapa inmediata, puesto que tanto la burguesía criolla como la extranjera vienen perfilando desde ahora el modelo de estado que pretenden apuntalar en este periodo, y los explotados y oprimidos de la ciudad y el campo requerimos hacer lo propio para enfrentar de manera organizada a nuestros enemigos de clase.
Es evidente que el movimiento de los trabajadores del medio rural necesita fortalecerse a partir del arraigo de las consignas antineoliberales y anticapitalistas, elevando sus demandas y colocando hábilmente la lucha política de clase dentro de la lucha económico-reivindicativa; para ello no basta con señalarlo o impulsarlo únicamente al interior de las organizaciones campesinas del FPR y el Partido, sino al interior del movimiento mismo, haciendo de cada ejido, de cada comunidad y de cada pueblo una verdadera trinchera de combate para el frente único de todo el pueblo, la revolución y el socialismo, como única alternativa real de cambio para los trabajadores.
UNION DE CAMPESINOS POBRES-FRENTE POPULAR REVOLUCIONARIO
miércoles, 27 de enero de 2010
2010...Se agrava la crisis y la carestía en el campo mexicano
13:48
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